lunes, 30 de noviembre de 2009

José Emilio Pacheco


Se ha fallado hoy el premio Cervantes y ha recaído en uno de esos poetas discretos y cotidianos que encajan bien en aquella definición que diera Ángel González: los poetas son como el hijo del vecino. Y José Emilio, pernitidnos que le llamemos José Emilio, es así, alguien que ha definido sus pretensiones poéticas en base al disfrute personal con el trabajo de la palabra. Y lo ha conseguido, por ello creemos que el premio es merecidísimo. Y para muestra, un poema de su último libro, La edad de las tinieblas (Ed. Visor, 2009) - donde podemos encontrar poemas bellísimos bajo una edición preciosa, un buen regalo de navidad o de cariño -, esperamos que disfrutéis de él:


LA DORSA



A la velocidad con que extinguimos las especies pronto la doras habrá desaparecido bajo el cambio climático. Esta flor sólo se da en el Valle de México. Se distingue por ser invisible. Crece en los pavimentos y en los muros, en los cables eléctricos y en los desagües. Nadie defuera puede reconocerla porque no tiene olor. Únicamente los de aquí sabemos hallar dorsas: su aroma a Nada nos acompaña desde la cuna.

1 comentario:

Amparo dijo...

un texto muy bello, pequeño pero lleno de sentidos y sonidos...

en cuanto a eso de que los poetas son como el hijo del vecino, ojalá fuera cierto más veces y tuviéramos menos "iluminados" banalizando el quehacer poético