viernes, 6 de febrero de 2009

Me gusta hablar de libros


"Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto."
Estas son las palabras con las que Franz Kafka abre las puertas de uno de los relatos más inquietantes de la literatura universal. Y son las palabras que abrieron las puertas de nuestra tertulia del día 3 de febrero.
No sé muy bien por dónde empezar a contar lo que fue este encuentro. Por una parte, hubo un gran número de alumnas y alumnos, cosa que, en un primer momento, nos desconcertó; éramos tantos, que tuvimos que dividirnos en dos grupos para poder conversar. Pero, una vez que superamos los primeros minutos, tuvimos la suerte de contar con las palabras de Javi Ortega, que es un apasionado de La Metamorfosis y que nos ayudó a emprender el camino de su interpretación, al darnos algunas claves de las muchas que encierra esta historia.
Luego, fluyeron los comentarios: lo que nos había llamado la atención, lo que nos había gustado, lo que no, la extrañeza ante la anécdota que cuenta Kafka... Fue gratificante ver que, en algunos momentos, nos separábamos del libro en sí y nos lanzábamos a reflexionar sobre la gente, las relaciones entre las personas, la vida...
Apuntamos algunas respuestas, pero planteamos un montón de dudas. Quizá por eso La Metamorfosis es "un clásico", porque no deja indiferente y porque, en el fondo, hace que nos enfrentemos a cuestiones muy profundas, que tienen que ver con lo que somos, cuestiones que siempre están vigentes porque tienen que ver con los grandes interrogantes que mueven al hombre desde siempre.
Y, para terminar, os dejamos con lo que escribió Eduardo Galeano acerca de Kafka y sus obras:

KAFKA

Cuando los tambores de la primera carnicería mundial andaban sonando cerca, Franz Kafka escribió “La metamorfosis”. Y poco después, ya con la guerra empezada, nació “El proceso”.

Son dos pesadillas colectivas:

Un hombre despierta convertido en un enorme escarabajo, y no consigue entender por qué, hasta que al fin lo barren con una escoba;

y otro hombre es apresado, acusado, juzgado y condenado, y no consigue entender por qué, hasta que al fin lo apuñalan los verdugos.

De alguna manera estas historias, esas obras, continuaban cada día en las páginas de los diarios, que daban noticia de la buena marcha de la máquina de la guerra.

El autor, fantasma de ojos febriles, sombra sin cuerpo, escribía en la frontera última de la angustia.

Poca cosa publicó, casi nadie lo leyó.

Se fue en silencio, como había vivido. En su dolorosa agonía, sólo habló para pedir al médico:

-Si usted no es un asesino, máteme.

Texto de Eduardo Galeano “Espejos”


La ilustración es de Goldini.