Decía la filósofa española, María Zambrano, en 1939 que la poesía unida a la realidad es la historia. Sabe este otoño, en sus reconocimientos, bien de esto. Pues el premio Nobel de literatura y el premio nacional de poesía en España, han recaído sobre dos poetas, Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) y Francisca Aguirre (Alicante, 1930), que han vivido de cerca parte de la historia europea más dura del siglo pasado; y que han sabido trasladar esas experiencias a un verso que no cesa de buscar engranajes de ternura en el desorden de circunstancias, ante el cual pregunta. Os dejamos dos poemas, dialogad y disfrutad con ellos.
La imagen es de Erik Derac
Desde Fuera
¿Quién sería el extraño que quisiera
conocer un paisaje como éste?
Desde fuera, la isla es infinita:
una vida resultaría escasa
para cubrir su territorio.
Desde fuera.
Pero Ítaca está dentro, o no se alcanza.
¿Y quién querría descender al fondo
de un silencio más vasto que el océano?
Silencio son sus habitantes,
silencio y ojos hacia el mar.
Desde fuera
las aguas son caminos,
desde la playa son sólo frontera.
¿Y quién sería el torpe navegante
que entraría en un puerto sin faro?
Desde fuera, los dioses nos contemplan.
Desde aquí, no hay un pecho
capaz de cobijarlos:
los dioses son palabras; con el silencio, mueren.
¿Alguna vez la isla fue distinta?
Quién lo puede saber desde el aturdimiento.
Sin palabras, sin dioses, Ítaca es sólo el mar.
Francisca Aguirre
Entra la luz
Fuera de la ventana están los largos animales de primavera,
la luz solar, el dragón es transparente,
pasa corriendo como un interminable
tren de suburbio (jamás llegamos a verle la cabeza).
Las casas de la costa caminan de costado,
dignas como cangrejos.
Parpadean las estatuas por el sol.
Furiosa mar de fuego en el espacio
se transtierra en caricia.
La cuenta invertida ha comenzado
Tomas Tranströmer